Ser perfecto no es posible ni deseable

Lunes 19 de Mayo, 2025 -

Por: Prevención Integral

Ser perfecto no es posible ni deseable

Perfeccionismo: la epidemia silenciosa

El perfeccionismo afecta a personas de todas las edades y estilos de vida, pero su incidencia ha aumentado alarmantemente entre los jóvenes, especialmente estudiantes. Un metaanálisis que analizó los datos de 41.641 universitarios británicos, canadienses y estadounidenses entre 1989 y 2016 reveló un crecimiento sostenido en el número de jóvenes que sienten que deben alcanzar la perfección para lograr sus metas académicas y profesionales.

 

Estas conclusiones llevaron al investigador Thomas Curran, del Departamento de Ciencias Psicológicas y del Comportamiento de la London School of Economics, a hablar de una preocupante realidad: una "epidemia oculta de perfeccionismo". En otras palabras, vivimos bajo una presión silenciosa pero constante por conquistar ideales cada vez más inalcanzables, medidos por estándares externos que se amplían y endurecen con el tiempo.

 

Las múltiples caras del perfeccionismo

 

Cada vez más personas sufren de lo que se denomina "perfeccionismo multidimensional", un fenómeno que se manifiesta en tres formas principales:

 

  • Perfeccionismo autoimpuesto, donde la exigencia desmedida viene de uno mismo y se traduce en estándares personales inalcanzables.

  • Perfeccionismo dirigido hacia los demás, donde se espera que quienes nos rodean cumplan con expectativas rígidas.

  • Perfeccionismo prescrito socialmente, quizás el más doloroso, en el que se percibe —real o imaginariamente— que los demás (o la sociedad en su conjunto) esperan que seamos perfectos.

 

Esta última forma, el perfeccionismo socialmente prescrito, suele estar cargada de una gran ansiedad emocional. Cuando quien lo sufre no logra lo esperado —especialmente en presencia de otros— experimenta una profunda culpa, vergüenza y una dolorosa sensación de no ser suficiente. No solo siente que ha fallado en algo, sino que es él o ella quien está fallado como persona.

 

El favor de lo imperfecto

 

En un mundo que premia la imagen impecable, el logro constante y la comparación incesante, hablar de imperfección puede parecer un acto de rebeldía. Pero es también un acto de salud mental y de amor propio.

¿Cómo empezar a liberarse de esta trampa?
Permitiéndote ser humano. Aceptando que no puedes con todo, todo el tiempo. Desarrollando expectativas más realistas y flexibles. Centrando tu energía en lo que verdaderamente te apasiona, no en lo que impresiona a los demás.

Y sobre todo, recordando que fallar no te hace menos valioso. Que pedir ayuda no es debilidad, sino inteligencia emocional. Que detrás del error también hay aprendizaje, y muchas veces, sentido.

 

Perfecto e imperfecto, como la rosa

No se trata de eliminar el perfeccionismo —que en dosis pequeñas puede ser motor—, sino de reconciliarlo con su contraparte: la belleza de lo imperfecto. Porque allí donde algo no encaja del todo, donde hay una cicatriz o un temblor, también hay verdad, humanidad, historia.

Lo perfecto y lo imperfecto deben coexistir. Como el día y la noche. Como el arte y el caos.
Perfecto e imperfecto, como la rosa: con espinas, con fragancia, con verdad.

Comentarios

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Maria Isabel Florez Cardona:

Gracias

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